martes, 28 de septiembre de 2010

La última del viaje: Dinamarca e Islas Feroe

Hace poco alguien me hizo una crítica constructiva sobre mis posts en general y sobre los de los viajes en particular. Poco más o menos decía que había "muchas más letras que fotos". Definitivamente las imágenes valen mucho más que las palabras, salvo que sean escritas por unos pocos escritores que son capaces de mejorar la realidad con el uso del lenguaje.

Así que para este último post sobre el Lolosson tour 2010 va a haber poco que leer y mucho que ver. Fotos levemente comentadas sobre Dinamarca y las Islas Feroe. Estas islas me han impresionado mucho. Tienen una belleza natural que no había visto nunca. Un archipiélago extrañamente hermoso, un tesoro escondido en medio del mar, una maravilla desconocida por las agencias de viajes. Creo que no hay muchos españoles que puedan decir que han estado en las Feroe. Yo si.

A continuación, un repaso a las fotos, sin orden ni concierto, según caigan.



Empezamos con esta. Es una ciudad danesa llamada Odense. Muy bonita, con mucho encanto.








Este es un pueblo al sur de las Islas Feroe, no recuerdo su nombre pero era impronunciable, con varias "k" y varias "j" formando la palabra. Decían que era el pueblo más antiguo de las islas.








No es una pintura, es una foto. Otro pueblo de las Feroe. Fijaos en el cielo, en ese mar que parece un lago en medio de las islas, en ese verde tan peculiar. ¿Sabiais que en las Islas Feroe no hay árboles?








En el centro de la península de Jutlandia, en Dinamarca, se encuentra la ciudad de Billund. Una ciudad pequeña y fea pero con una particularidad: ahí se creó el Lego, ese juego de construcción a base de ladrillitos de plástico que se hizo famoso en todo el mundo. Y allí está Legoland, un parque temático curiosísimo y espectacular que está lleno de atracciones y todo tipo de cosas totalmente hechas con fichitas del Lego. Por ejemplo, estos dos personajes que aparecen en el banco. O al menos uno de ellos.








Las Feroe otra vez. Aunque no lo parezcan, estas casas son supermodernas por dentro.








¿Os podeis creer que exista algo tan bonito? Una especie de Monte Fuji en color verde en medio del mar.








Esto es Copenhague construido con fichas del Lego.








Tal y como prometí, en las Feroe me subí en helicóptero. Hice el recorrido entre las islas de Sangdoy y Mykines. La vuelta la hice en ferry. Me encantó el helicóptero, fué acojonante. Además el tio nos dió un paseo alrededor de la isla antes de aterrizar y nos enseñó unos acantilados alucinantes, daba miedo volar tan cerca, pero al mismo tiempo era apasionante. Si vuelvo repetiré, seguro.








En Copenhague fui a los sitios más característicos como el Tivoli y por supuesto no podía dejar de ir a visitar la famosa "Sirenita", el monumento más representativo de la ciudad. Y cuando llego allí, ¿que me encuentro? Pues un cartel que dice que la sirenita está en Shangai en una exposición universal de nosequé y que no regresará hasta noviembre. Y en su lugar ponen una pantalla con una imagen suya en el mismo lugar exactamente en el que se encontraría si no se la hubiesen llevado. Hay que tener mala suerte, ir una vez en la vida a Copenhague y que la sirenita haya elegido esas mismas fechas para irse de vacaciones.








En Legoland. Yo alucinaba, ¿como harán esas cosas?








Esta es una cerveza que nunca bebereis porque solo existe en las Islas Feroe y no se exporta a España, de momento. Tan rica como todas las cervezas danesas.








Y hablando de cervezas, otro lugar imprescindible en Copenhague es el Museo Calsberg, la cerveza danesa por excelencia. Os podeis imaginar que este tipo de museos nos gusta a todos. Especialmente en la parte final en la que con la entrada tienes derecho a una degustación de cervezas.








La entrada al Legoland.








Una curiosidad de las Islas Feroe. Allí el tabaco es, aparte de carísimo, algo casi tabú. Fijaos como tienen el tabaco en las pocas tiendas que lo venden. Tapado con unas cortinas como si fuese pornografía o algo peor... están locos estos feroeses.








Odense. Es la ciudad natal de Hans Christian Andersen, el famoso escritor de cuentos. Y por toda la ciudad hay cosas relativas a ese escritor. Por ejemplo, los semáforos, que están hechos con su silueta.








Esto es en una ciudad danesa llamada Ribe. Es una de las ciudades más antiguas de Dinamarca y hacen una cosa muy curiosa. A las ocho de la tarde sale un personaje de allí, una especie de sereno a la plaza mayor. Entonces se pone a recorrer la zona más antigua y la gente le sigue. Mientras camina va cantando canciones antiguas. Cuando llega a un edificio histórico se para y explica lo que sea relativo a ese edificio, primero en danés y luego en inglés. Es una especie de guia turístico gratuito. Un tipo muy simpático. Al final del recorrido vuelve de nuevo al punto de partida y se deja fotografiar con los turistas que se lo piden. No fué mi caso.








Esto es Copenhague, la zona de Nihavn, más o menos el mismo lugar que más arriba aparece hecho con fichas del Lego. Esta zona está repleta de bares y terrazas, y hay un ambientazo cojonudo. Eso si, carísimo todo.








En Dinamarca todo el mundo va en bicicleta. Más o menos como en Amsterdam, si no más. He aquí una cosa curiosa, un contador de ciclistas. Cada dia se pone a 0 y empieza a contar los ciclistas que pasan por ese punto a lo largo del día. Cuando tomé esta foto serían las ocho y ocho y media de la tarde y ya habían pasado por allí 9518 ciclistas. Una tontería como otra cualquiera, ya lo se.








Esto es Ribe. Una ciudad muy bonita de Dinamarca. Es aquella que he contado lo del sereno que iba por la calle cantando y contando cosas de la ciudad.








Este enjambre de casitas que parecen de juguete con barcos en la parte de abajo es Torshavn, la capital de las Islas Feroe. Es la capital más pequeña de Europa, con apenas 15000 habitantes. Un encanto. Entré a una tienda de discos a curiosear y la tia nos recomendó discos, nos puso varios para que los oyéramos, nos invitó a cafe... allí nos tiramos media mañana hablando con ella de música y de las Islas Feroe. Están muy poco acostumbrados al turismo y les encanta conocer gente de otros paises. Normal, toda la vida viendo las mismas caras.








En Odense todo gira en torno a los cuentos de Andersen. Hay detalles suyos por doquier. En este parque está el barquito de papel del cuento del Soldadito de plomo. Claro, no es de papel, pero da el pego.








En otra ciudad danesa, Silkeborg, hay un parque con esta estatua que me encantó. Nada que contar, simple cuestión de gusto artístico, o te gusta o no te gusta.








En la isla de Mykines (I. Feroe), este es el único hotel que hay. El único hotel, el único restaurante, el único bar y en realidad el único sitio público en toda la isla.








Odense de nuevo. El soldadito de plomo en plena calle. Era uno de mis cuentos favoritos de niño.








Esto es Malmö, en Suecia. De Copenhague a Malmö apenas hay unos minutos a través de un inmenso puente que une ambos paises. El peaje es demoledor, por cierto.








Un campo de fútbol!! ¿No es alucinante? Ampliad la foto para verlo bien. Pinchad para que se abra. Es genial.








Estatua de Hans Christian Andersen en Odense. Ahora hay un nuevo héroe en la ciudad, por cierto. Se trata de la tenista Carolina Wozniacki, que también es de aquí de Odense y es el nuevo mito de Odense. Por cierto, que ojalá eliminen al Getafe en la Europa Lig.








Esto es Helsigor, a media hora en coche de Copenhague. Y lo que veis es el famoso castillo de Helsigor, también conocido como el castillo de Hamlet, en el que Shakespeare situó el famoso drama.









Y termino de nuevo con las Feroe. Esto es el hotel en el que estuve alojado en Gjov, al norte de las islas. Como me gustaría regresar algún dia...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Liga Congosto Champions


Para no perder la emoción este año, liberar a Lolo de trabajo y seguir subvencionando los estudios del hijo de César, he creado una liga privada pero esta vez con jugadores de los equipos que disputan la Liga de Campeones.

Es un juego que está en la web oficial de la UEFA. El enlace es:


El apuntarse es totalmente gratuito y muy muy muy sencillo. Lo más "dificil" es pensar el nombre que le vais a poner al equipo y los colores de camiseta y pantalón.

La liga privada creada se llama "Congosto Champions", y el código de esa liga es 147325-31620 (lo pide sólo una vez, al principio).

Hay que elegir jugadores (máximo dos del mismo equipo) de entre todos los participantes en la Liga de Campeones. Hay un tope de 100 millones para invertir y no vale lo mismo Tino Costa que Messi, por ejemplo.

Todo es automático, con muchos datos interesantes sobre los jugadores y el mismo sistema te dice si te has pasado, si llevas más de dos jugadores del Valencia CF, etc. Como ayer ya hubo partidos y si sois rápidos podríamos empezar ya a puntuar con la siguiente jornada, los días 28 y 29 de septiembre. Hasta entonces se pueden hacer equipos, modificarlos... No me podéis decir que no hay tiempo.

En cuanto a cuotas de participación y premios, es ya cosa nuestra. Podrían establecerse una vez sepamos cuántos somos. Quede claro que todo sería igual que el año pasado (no hay que pagar nada por internet ni nada raro), salvo que el trabajo sucio (cómputo de puntos, cambios, etc.) ya no lo tendría que hacer Lolo. Bueno, sólo recaudar la pasta que se estableciese. El año pasado eran 5 euros al mes.

Se admiten ideas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Auschwitz: el horror.

Auschwitz existió, pero no existe. Si buscas en un mapa, no encontrarás ningún lugar llamado Auschwitz. No existe. Cuando los alemanes invadieron Polonia, lo alemanizaron, anexionaron el territorio polaco al Reich, y automáticamente cambiaron el nombre de pueblos y ciudades por su correspondiente en alemán. Es como si España invade Francia y entonces Bordeaux pasa a llamarse Burdeos, o si invadimos Inglaterra y London pasa a llamarse Londres. En esos años de ocupación alemana, Cracovia pasó a llamarse Krakau, Varsovia se llamó Warschau, Wroclaw se llamó Breslau, Poznan pasó a llamarse Posen, Gdansk fue llamada Danzig, y un pequeño pueblo en el sudeste polaco llamado Oswiecim se conoció desde entonces como Auschwitz.

Ahí, en Oswiecim, rebautizado como Auschwitz, los alemanes instalaron un campo de concentración en 1940. En principio, se destinaba a presos políticos polacos. Entiendase por presos políticos a todos aquellos polacos que estaban en contra de la ocupación alemana y podían ser un peligro para los alemanes. Políticos conocidos, intelectuales, periodistas, etc. fueron inmediatamente detenidos. Muchos de ellos fueron ejecutados y al resto los encerraban y la mayoría morirían posteriormente.

Poco después los nazis empezaron a llevar a Auschwitz a personas de toda Europa. La mayoría de ellos eran judíos (más de un millón) de diferentes paises, pero también llegaron gitanos y prisioneros de guerra rusos.

Al principio, el campo de concentración no era muy grande, y albergaba unos mil reclusos. Pero poco a poco fue creciendo, los propios prisioneros trabajron para construir más barracones y luego alrededor del campo de concentración principal (Auschwitz 1) se construyeron dos más: Uno pequeño solo para mujeres y el terrible Auschwitz-Birkenau, que fue el más grande y donde más gente fue exterminada. Este campo estaba a tres kilómetros del principal.

La finalidad principal de estos campos de concentración era eliminar el máximo número de gente. Los alemanes a principios de los 40 mataban tantos prisioneros de guerra y judíos, que empezó a ser un problema. Para matar a quinientas personas normalmente les llevaban a un bosque, les hacían cavar zanjas, les metían dentro y les disparaban hasta matarlos a todos. Después tenían que quitarles los objetos de valor y pegar fuego a los cadáveres. Esto era una tarea larga, llevaba mucho tiempo, costaba muchas balas y muchos soldados que tenían que encargarse de eso y no podían estar en otros lugares, y además era una labor penosa, ya que los cadáveres tardaban mucho tiempo en quemarse y el olor era nauseabundo. Los soldados cada vez se quejaban más de tener que encargarse de estas matanzas. Así que surgió la idea de los campos de exterminio, con cámaras de gas y hornos crematorios.

En el mayor apogeo de Auschwitz, en 1944, había 20.000 prisioneros. Y se podía matar 2.000 personas en cada cámara de gas simultáneamente.

Lo que se hacía era esto: traían a los judíos en trenes desde cualquier lugar del mundo. Venían obligados, pero además engañados. Les traían diciendoles que iban a realojarlos en unos terrenos del sur de Polonia, que les darían una pequeña tierra para que construyeran su casa y vivir ahí empezando de nuevo. Por eso, todos ellos venían con su maleta y traían casi todas las cosas de valor que podían. Los que venían desde Polonia y aquellos que traían ya desde guettos hacían viajes horrribles en trenes de mercancías. Hacinaban a la gente en vagones sin ventilación, sin agua ni comida, y con un cubo para hacer las necesidades. Un cubo para todos, que no podían limpiar porque durante todo el trayecto no les abrían la puerta. Depende de donde vinieran, los viajes podían durar hasta seis dias. Había gente que ya estaba muerta cuando el tren llegaba al destino.

Algunos judíos ricos que venían de Grecia o Italia llegaron en trenes de pasajeros, de esta manera los alemanes disimulaban mejor el destino de esta gente. Incluso les hacían pagarse el viaje!.
El tren llegaba hasta el interior mismo del Campo. Así no tenían que bajarlos en una estación donde la gente pudiera verlos. Al bajar del tren, había un par de oficiales y un médico que iban seleccionando a la gente. Los hombres jóvenes y sanos (aproximadamente un 25 % de los que llegaban en cada tren) iban a una fila aparte, y su destino era quedarse en el Campo para trabajar hasta que las enfermedades, el hambre o las palizas acabara con sus vidas. El resto de los que llegaban, las mujeres, los niños, los viejos y los enfermos, iban a otra fila y los llevaban directamente a las cámaras de gas.

Les metían en una especie de vestuario grande y allí les decían que iban a ducharse. Para que se lo creyeran, les decían que pusieran toda su ropa y sus cosas juntas, que pusieran su nombre a las maletas, que atasen un zapato con otro para que no se perdieran y lo dejaran todo muy ordenado para que al salir de la ducha lo encontraran fácilmente. En realidad, les estaban facilitando a los alemanes el trabajo, ya que otro de los motivos del exterminio era conseguir grandes cantidades de dinero y joyas, necesarias para seguir sufragando la guerra. Ya desnudos, entraban todos a las “duchas”. Una vez dentro, cerraban la puerta herméticamente, pero de las duchas no salía agua, sino el gas Zyklon B. La gente moría en 15 o 20 minutos. Yo pensaba que esto del gas era más instantáneo, pero no. Más de un cuarto de hora de agonía, de gritos, de angustia. Debía de ser horrible. Después de esto, entraban en acción los miembros del Sonderkommamdo.

El Sonderkommando eran una serie de prisioneros judíos que vivían en unas condiciones ventajosas sobre el resto de judíos debido a que su trabajo era el más penoso de todos. Tenían que entrar a la cámara de gas, cortar el pelo a los cadáveres, despojarles de los dientes de oro, sortijas, pendientes, etc. y a continuación transportarlos hasta los hornos crematorios o a los fosos de incineración.

Y si esto es horrible, lo peor era para los que habían sido seleccionados para trabajar. Los presos judíos en Auschwitz vivían con una camiseta y una chaqueta muy ligera encima, tanto en verano como en invierno (en invierno la temperatura media en Auschwitz es de -10º), tenían que trabajar desde que amanecía hasta que era la hora de dormir. Vivían hacinados en barracones donde no cabían todos, al principio en el suelo y luego en camastros de madera duros y muy pequeños. Las enfermedades por contagio estaban a la orden del día al vivir de esa manera. Y no hablemos de la falta de higiene, allí había mierda en cantidad, ratas y todo tipo de insectos en verano. Les dejaban ducharse dos veces al mes, y cambiarse de ropa interior una vez al mes. La ropa exterior nunca se lavaba, se suponía que un preso no viviría tanto como para eso.

Su alimentación consistía en un desayuno que era medio litro de “café” (os podeis imaginar que no era café expresso de Colombia, precisamente, sino más bien agua sucia), un almuerzo a base de sopa de verduras (normalmente podridas) y para cenar una rebanada de pan con mantequilla o queso. Esto cada día, siempre lo mismo. Así, no es extraño que cuando los rusos liberaron el campo en 1945 los supervivientes no pasasen de los 45 kilos.

Si no te mataba una enfermedad, o el hambre, o el frío, había muchas posibilidades de que te matara uno de las SS por cualquier cosa. O que sufrieses un castigo terrible. Eras castigado si trabajabas lento, o si hablabas con alguien en el trabajo, o si parabas de trabajar para mear o algo así, si cogias una manzana de un árbol, etc. Las penas más frecuentes que se aplicaba a los presos eran apaleamientos y encerrarlos en unas miniceldas en las que no podían tumbarse. Esto era horrible. En una celda de un 1x1 metro metían a cuatro presos a pasar allí la noche. Tenían que estar necesariamente de pie. Pero el castigo era solo por la noche, después de estar toda la noche de pie les sacaban para ir a trabajar todo el día, y al llegar la noche vuelta a la celda. Así durante diez dias. No se si os imagináis lo que tiene que ser eso.

De vez en cuando llegaban más prisioneros de los que cabían en Auschwitz, y para dejar sitio a los nuevos tenían que eliminar algunos de los antiguos (que a lo mejor llevaban tres meses allí). Entonces hacían lo que llamaban “escogimientos” o “limpieza de búnker”. Los SS iban por los barracones eligiendo presos (normalmente, los que veían en peor estado), les sacaban y a unos pocos afortunados los fusilaban. Al resto, los encerraban en celdas en sótanos y les dejaban allí hasta que morían de hambre. Sin más.

Hubo un caso que se hizo famoso (hay una película sobre él), que fue el de el cura polaco Maximilian Kolbe. Resulta que en uno de estos “escogimientos”, los alemanes condenaron a una de estas celdas a un judío que empezó a gritar y a llorar que tenía hijos pequeños y que quería sobrevivir para verlos. Entonces el cura Kolbe pidió a los SS cambiarse por él. Los alemanes, sorprendidos, aceptaron. Maximilian Kolbe murió en esas celdas en las que los presos eran abandonados hasta la muerte, y el judío se dice que sobrevivió y llegó a reunirse con sus hijos.

Unos dias antes de que los rusos llegaran a Auschwitz, los alemanes escaparon y trataron de destruir todo vestigio de las atrocidades que habían cometido. Quemaron y destruyeron gran parte del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, pero aún queda una pequeña parte que se puede ver. El Campo de Auchswitz 1 está prácticamente igual que estaba.

La visita a Auschwitz es sobrecogedora. Desde que lo ves por fuera ya se te hace un nudo en el estómago. Cuantas veces habré visto en películas o documentales esa entrada a Auschwitz con las vias del tren!. Verlo en persona, la entrada real, con las vias reales, fué algo emocionante.

A la entrada del Campo, los alemanes pusieron un cartel que era el paradigma del cinismo: “Arbeit macht frei” (“el trabajo hace libre”). Ver eso ahí te hace imaginar lo que tenía que ser para los judios la visión de ese cartelito día tras día.

Hoy en día se puede visitar todo y la entrada es muy barata. Si vas por la tarde, es gratis. Hay visitas guiadas en español. Nosotros la hicimos. Cuesta unos ocho euros y está cojonudo porque una chica polaca que habla español te va explicando absolutamente todo lo que ves. La visita incluye Auschwitz 1 y Auschwitz-Birkenau, y el traslado en autobús de un sitio a otro (son cinco minutos). Es bastante largo pero se hace corto porque en cada sitio hay mucho que explicar y todo te impresiona. Entre los dos campos la visita dura unas cinco horas, pero cuando acaba tu te puedes quedar por allí a tu aire, tirando fotos o volviendo a ver cosas que te habían impresionado al principio. Hay varios lugares en los que no dejan tirar fotos. Por ejemplo, hay una sala en la que se muestran muchas de las maletas reales de los judíos que llegaban, en todas pone su nombre, son maletas de estas antiguas y da cosa verlas. Tampoco dejan sacar fotos de la zona en la que el Doctor Menguele hacía experimentos genéticos con niños.

Sobre este tema del holocausto me pasa un poco como con lo de Hiroshima. Siempre lo he sabido, siempre ha estado ahí, pero en realidad nunca te paras a pensar en la verdadera dimensión del horror que tuvo que ser. Te dicen, casi dos millones de muertos exterminados. Y no es más que un número. Pero si te pones a pensarlo, si miras las caras de cada uno de ellos, si piensas que cada uno era una vida, con sus ilusiones, con sus familiares, etc. no me extraña que la mente deseche la idea y trate de que simplemente lo asumas como un número y que evites otro tipo de planteamiento.

Pero hay que ser consciente de lo que el ser humano es capaz de hacer. De lo que fué capaz de hacer hace no tantos años (la mayoría de los padres de los que venimos por aquí ya vivían cuando esto sucedió). Por eso conviene no olvidar lo que pasó. Aunque Auschwitz no existe, no debemos olvidar que existió.



Todas las mañanas, cuando los presos formaban para hacer el recuento, una banda de músicos judíos (prisioneros, obviamente) tocaba música. Debía ser seguramente la música más odiada por los presos. Aquí hay una foto de aquella época.






Aqui hay un panel en el que se explican los distintivos que llevaban los prisioneros. Los judíos llevaban la estrella, y el resto llevaba un triángulo de un color distinto según el tipo de presos que fueran. Los presos políticos de color rojo, criminales color verde, gitanos color negro, homosexuales color rosa, testigos de Jehova color morado, etc.






Hornos crematorios.







Estos son los barracones en los que dormían los prisioneros de Auschwitz-Birkenau, mucho más cómodos que los primeros que instalaron en Auschwitz.






Botes usados de Zyklon B, el gas que se utilizaba para matar.






La horca en la que ejecutaron a Rudolf Hess, el comandante nazi que mandaba en Auschwitz.






Las vias que llegaban hasta el interior del Campo.






"El trabajo hace libre", según constaba en la entrada de Auschwitz.






El paredón de fusilamiento. Usado para cuando había pocos que matar.






No puedo explicar como me sentí cuando vi esto. Es la imagen que siempre tuve de Auschwitz por las películas.






Otra típica imagen del Campo de Concentración.






Las ventanas que daban al patio de ejecuciones estaban cerradas para que no se pudiese ver nada desde dentro.






Auschwitz, un lugar que no se olvida y que sobrecoge como ningún otro.