cree conveniente, en función de lo que prevee pueda "funcionar"
el toro a brindar su actuación. El primer toro se ha de brindar a la
autoridad que presida el festejo, y el segundo a gusto del
consumidor. A reseñar una anécdota que aconteció en plena
ocupación de las tropas francesas en nuestro país: se lidió un
festejo para honrar a Pepe Botella, hermano de Napoleón, y obligaron
a los toreros a brindar el toro al personaje en cuestión.
Evidentemente, como no sabían hablar francés, decidieron
aleccionarles con un breve "va por usted su excelentísima",
en gabacho, claro, pero llegado el turno del primero, entre que el
toro no le gustaba mucho, y que el gabacho le gustaba menos, llegó a
su altura y le soltó en perfecto francés: "Va por vusté, por
su vusesa y por sus vusesitos" (haciendo refeencia a su familia
que se encontraba al lado), imaginaros la cara que se le tuvo que
quedar al franchute. Esta otra aconteció en Colombia, normalmente
los toreros suelen brindar los toros a mujeres que están en barrera,
mujeres que posteriormente por supuesto se pasan por la piedra, pues
bien, los mozos de espada al empezar la corrida hacen la labor de
"scouting" y eligen a una hembra. El mozo de espadas de
Jose Mari Manzanares tuvo la "suerte" de escoger a la
pareja de un capo local del contrabando de droga de Cali, la tía, la
más buena de toda Colombia, allá que se fue Manzanares: "Va
por la mujer más hermosa de toa América". La tipa se debió de
correr, puesto que ya entrada la noche cuando el diestro descansaba
en su habitación, llamaron a la puerta, era la tía más hermosa de
toa América que estaba dispuesta a que el Matador le hiciera una
buena faena, y casi se la llegó a hacer, puesto que cuando se
encontraba ya a la hora de matar unos disparos en el hotel hicieron
que el mozo de espadas entrara por sorpresa y alertara a Manzanares
que el novio de la tipa estaba buscándola por el hotel a tiro
limpio. El torero huyó, en gayumbos, por la escalera de incendio y
por supuesto desapareció de los carteles de los siguientes años en
Cali.
La faena antiguamente se basaba en preparar al toro para la muerte,
cuatro pases por bajo y a matar. Así, hasta que un chavalillo del
barrio sevillano de Triana llamado Juan Belmonte, decidiese que el
que tenía que moverse de un lado para el otro era el toro y no el
torero. Cuentan que yendo a pie hacia un tentadero, Juan se encontró
con el coche de paseo donde iba el gran Joselito, ya novillero, éste,
accedió a que el chiquillo y sus amigos acudieran junto a él al
tentadero. Una vez que Joselito y el resto de invitados toreasen a
los vacas que habían sido escogidas, se dirigió al chaval y le
dijo: "Amo a ve lo que sabe hasé, chiquillo"..Juan se
plantó ante la brava vaca y con una muleta si se le podía llamar a
eso muleta, citó al animal, Joselito y sus compadres se reían y
corregían al chaval, "ahí no, desgraciao que te va llevar por
delante", efectivamente Belmonte dos y hasta tres veces fue
arrollado por el animal, entonces sucedió..... volvió a citar otra
vez con la muleta en la mano izquierda y sin enmendarse le enjaretó
seis naturales que hicieron atronar con los olés a los 3 amigos de
Juan que le habían acompañado, cuando Belmonte se dirigió a dar
las gracias a Joselito por haberle dejado tentar, éste le inquirió:
" No me oías o qué, si citabas en ese terreno te iba a coger,
desgraciao". Belmonte en vez de agachar la cabeza y asentir ante
el que ya se consideraba que iba a ser el Príncipe de los Toreros,
levantó sus ojos y le espetó: "Ya, Maestro, pero el mérito es
habérselos dado precisamente en ese sitio y no en otro", Años
más tarde Joselito y Belmonte formaron la pareja más brillante de
la Historia del Toreo, la llamada Edad de Oro. Belmonte revolucionó
el concepto del toreo, antes basado sobre las piernas, el como dijo
ante una reunión de intelectuales de la época, preguntado por el
secreto de su Tauromaquia, contestó: "Yo, sólo me quedo
quieto." Y para constar además el gracejo trianero y el encanto
que poseía Belmonte, otro intelectual le soltó: " Maestro,
eres el más grande, ya sólo te falta morir en la plaza", Juan
se levantó y le contestó: " Se hará lo que se pueda,
señoría." De Joselito y Belmonte tan solo añadir que aunque
la prensa taurina y empresarios quisieron que se llevasen mal para
aumentar ellos sus negocios, lo cierto es que siempre se llevaron
correctamente y hablaban con mucha frecuencia, tal es así, que ante
una reunión que hubo en el Hotel Palace de Madrid, de empresarios
cabreados por los altos honorarios que cobraban los dos, decidieron
que todos a la vez les rebajasen las cantidades, evidentemente para
que ellos tuvieran, todavía, más margen de beneficios, alertado
Juan por un disidente, llamó a Joselito, que también se encontraba
en Madrid, no te preocupes Juan, déjalo en mi mano, le dijo José.
Se encaminó al Palace, entró en el salón donde se celebraba la
reunión y dijo: "Buenos días, señores, voy a la cafetería a
tomar un café, dentro de cinco minutos volveré, el empresario que
quede en este salón para entonces, que borre de sus carteles a
Joselito y Belmonte para siempre, con Dios". A la vuelta no
estaba ni el Tato
Joselito, el Rey de los Toreros, al que los toros no le cogían nunca, puesto
que el conocimiento de los terrenos y el poderío de su toreo lo
hacía imposible, le fascinaba el toreo de Belmonte, de quietud,
rectitud, de valor seco, de aroma sevillano por los cuatros costados,
mientras a Belmonte le apasionaba el saber de Joselito, el que para
él, los terrenos no tuvieran secretos, la distancia, el ver a los
toros antes que nadie, la facilidad con la que despachaba las
embestidas más siniestras. Cuentan que una tarde en Sevilla toreando
Belmonte, recibió al toro y le despachó seis verónicas con la
media sin mover un átomo de su cuerpo, clavado en el albero,
Joselito que estaba en barrera, le lanzó el sombrero, un aficionado
partidario suyo, que no le había reconocido le soltó: "Guarda
tu sombrero pa mañana, que el Rey de los Toreros va a supera eso",
Joselito se dió la vuelta y le dijo: "Eso no lo supera ni el
Emperaor". En el último año que coincideron, se decía que
Joselito se había "abelmontado" y que Belmonte se
"joselitizó", lo cierto es que sin duda fue la Edad de Oro
del Toreo.
En la faena de muleta el lance fundamental es el pase natural, que se da
con la mano izquierda, sin ayuda, es decir, el estoque se sujeta con
la mano derecha, el trapo es más pequeño por lo cual hay más
riesgo que cuando se torea por la derecha, muchos toreros son
partidarios de empezar con muletazos por bajo, de castigo, para
atenuar la fuerza del bravo, sobre todo antes, que los toros se
movían más, los toreros poderosos sometían a los animales con
series de muletazos bajos para posteriormente torear al natural. Una
tarde Domingo Ortega, torero poderoso y dominador de los años 40 y
enemistado con Manolete, dado que éste, representaba todo lo
contrario en su arte, en una tertulia taurina en el hall de un hotel
en México, alardeaba que al toro hay que someterle por bajo y
dominarle para más tarde cuando ya tuviera menos recorrido pasárselo
al natural, lo contrario que hacía Manolete, ídolo de México.
Cuando Manolete apareció por el hall volvió con el argumento, pero
esta vez más alto para que el cordobés entrara al trapo, al ver que
no hacía caso, se levantó y le llamó: "Eh Manuel, les estoy
diciendo a estos aficionados que el verdadero toreo es someter al
toro por bajo y dominarle, eso es torear, tú que dices".
Manolete, ya cabreado, entró al trapo: "Pues que mientras tú
estás doblándote con el toro, yo me lo he llevado a los medios y me
he jartado de darle naturales". Ante el cariz de la discusión,
tuvieron que separarles.
Lo cierto es que es el toreo al natural el que levanta el vuelo de una
faena, la mano izquierda es la que manda en el toreo, acompañado
cierto es, de saber manejar las distancias, con la colocación en el
cite, de ligar, es decir dar continuidad a los muletazos, templar,
torear lo más despacio posible, y posteriormente, ya sí adornar con
unos lances vistosos, como circulares, pases del desprecio, de la
firma, kikirikí, típicamente de la escuela sevillana, o manoletinas
para poner punto y final a la faena. Actualmente prima el toreo con
la mano derecha, más fácil, donde además se cita descaradamente
con el pico de la muleta, sin cruzarse, con nulo riesgo, esto se da
por sistema, tan sólo esporádicamente en Sevilla y Madrid es donde
los toreros cantan la gallina, aquí el que no se la echa a la mano
izquierda y le liga al toro, cruzado, sin ventajas, no tiene nada que
decir, por eso y por muchas otros motivos, los "mediáticos"
o no vienen a Madrid o si vienen hacen el ridículo, hasta el maestro
Ponce, uno de los grandes, le costó asimilar que el toreo ventajista
que hace en el circuito no era válido en Madrid, le costó entrar, y
de hecho se anuncia cada vez menos, otros han fracasado
estrepitosamente, a pesar de ser toreros de raza, como el Juli, por
ejemplo, sin embargo Madrid hace suyos a toreros que se la juegan
limpiamente sin trampa ni cartón, Joselito, José Tomás, Antoñete,
Curro Vázquez, El Yiyo, El Viti, Ordoñez, Paco Camino, El Cid,
Frascuelo, etc.,, en definitiva como dice el dicho taurino: "Madrid
da y quita".
El momento cumbre es el de la muerte del toro, y el momento de más
riesgo para el torero, puesto que pierde de vista la cara al toro,
para triunfar plenamente hay que enterrar el estoque en todo lo alto
del morrilo, hacer la suerte bien, es decir, echar la muleta al suelo
para provocar que el toro descubra "la muerte", y con
decisión pasar el trago de los pitones, una buena estocada abre la
puerta de la gloria, salir por la Puerta Grande de Las Ventas o por
la Puerta del Príncipe de Sevilla, es como poder tocar el cielo con
las manos o como poder tocar las tetas a Pilar Rubio y que luego te
coma la polla (esto último lo ha escrito Palín que le tengo aquí a
mi lado).