No recuerdo exactamente cuando ví a Pepe por vez primera,
seguramente fue en el Cascabel, cualquier domingo por la mañana jugando
con el Congosto junto con Polo, Willy, Carlos, Angel, Domingo, etc., ah
y el Cola, el rey de las vaselinas, ¡qué grande!.
Pepe era un tío tranquilo en el campo, un mariscal, poseía una
zurda elegante y a la vez furiosa, muy capaz de ejecutar un cambio de
juego sutil y preciso, tanto como de destrozar la red con un potente
latigazo, sin duda, en aquel Congosto era junto a Reyes el jugador de
más clase, Polo aparte, claro está. Años más tarde, fiché por el
Congosto, tan solo conocía personalmente a Polo, artífice de mi fichaje,
la presentación fue en el Bar Martín, desde ese día para mí el Bar de
Carlos, allí quedé con Polo, y tras entregar las fotos de rigor y firmar
la ficha conocí a Pepe. Dicen que las apariencias engañan, Pepe a
primera vista me parecía un tipo bonachón, de buen corazón, en
definitiva una buena persona, pues no, había más, mucho más, pasados más
de 20 años desde aquel día, os puedo asegurar que la apariencia se
quedó muy corta, Pepe, sin duda alguna, es una de las mejores personas
que he conocido en mi vida, sino la mejor,
estando siempre tanto a la hora de las risas, pero fundamentalmente,
siendo siempre el primero a la hora de los lamentos, su mano para ayudar
a todo aquel que pasara por el Congosto siempre estaba presta a la
ayuda, en definitiva, un tío de PUTA MADRE.
Dicho esto, tenía un gran defecto, que no se encargaba precisamente
de disimular, su defensa a ultranza de su Atleti y su ferviente
antimadridismo, las tertulias en el Bar de Carlos eran de lo más
calentitas, por supuesto, siempre regadas con las cañas de rigor, una
tras otra desfilaban ante nosotros, mientras Pepe defendía con uñas y
dientes los amaños y robos del Madrid, por muy acalorada que fuese la
discusión con él, jamás hubo un mal rollo o una mala cara o
contestación, con Pepe era imposible, además cuando ya había atizado al
Madrid, la tertulia siempre terminaba con el Congosto como protagonista,
su segundo equipo, o el primero no se muy bien. Pepe fue jugador,
entrenador, delegado, presidente, directivo, consejero, y no se que más
en el Congosto, me quedo con la faceta de entrenador, era el Molowny
del Congosto, ya sabeis, chicos salid y jugar, sin más, demasiada buena
persona para ser entrenador, lo pasaba mal dejando
en el banquillo a los suplentes, cuando los había, recuerdo una
anécdota con Pepe de protagonista, curiosa, al menos, en Palomeras en el
Poli poníamos campo ese año, en el banquillo del Congosto, tan sólo
Pepe, sin suplentes, normal, en un lance del juego cae Gustavo y el
árbitro hace que pase la asistencia médica, que en nuestro caso
era...... ¡Pepe, con un bote de cerveza en la mano! cuando llega a la
altura de Gustavo, tras comprobar que el tobillo estaba perfecto,
Gustavo se trinca un tragito de la Mahou ante la perplejidad del
colegiado, ¡capitán! me grita, me acerco y me muestra tarjeta amarilla,
¡jóder a mí! ¿porqué? , por imagen indecorosa del cuerpo técnico, me
suelta, vale, le digo, me doy la vuelta y le pido la Mahou a Pepe, me
tomo un traguito y le ofrezco uno al árbitro, ¡qué cara puso el pitero!
Gustavo y Pepe no pudieron aguantar y se descojonaban de risa, antes de
que me mostrara la roja, me apresuré a que se lo
tomase con humor y al menos la acción se quedó en amarilla y en una
redacción del acta que supuso una multa de 2.500 pesetas al equipo,
salió cara la Mahou.
En fin, una de tantas. Sin duda, lo menos que podríamos hacer era
dedicarle un homenaje, llámese cena, a un tipo que era capaz de llevar a
su casa a 12 impresentables y ofrecerles una cazuela de callos, o de
acoger en su empresa a aquel que le hiciera falta trabajo, y podría
seguir enumerando acciones parecidas, así que si preparamos algo, desde
luego contad conmigo para lo que sea, y que quede constancia si al final
no hacemos nada, como me temo, que en el Congosto hubo un tío al que
le llamaban Pepe, que mereció como nunca nadie lo hubo merecido antes
que le hubiesen llamado DON JOSE.
Firmado: Félix