Tauromaquia básica (1)

A petición popular y para que a César no se le indigeste la comida cada vez que ve al gran Juanito cuando entra a nuestro local, os voy a deleitar con mis escasos conocimientos taurinos aunque lo suficiente para saber distinguir entre Iniestas y Albeldas.

Partimos de la base que para ejecutar los lances, quites y demás argumentos que se dan en la lidia es imprescindible contar con lo fundamental que es el toro bravo, por desgracia cada vez menos presente en las plazas, pero ésta es otra cuestión más complicada de explicar para neófitos como somos en este foro. Dando por hecho que el toro sea bravo, tenga trapío (presencia justa tanto de peso como de pitones) y fuerza necesaria para afrontar todas y cada una de las partes de la lidia, el lidiador comienza desde que sale el toro una labor de "scouting" para ver al toro, ayudado por los subalternos que se encargan de "parar" al toro, haciéndole embestir por ambos pitones, el Maestro desde el burladero ya se da cuenta del recorrido de la embestida y de la claridad de ambos pitones y se dispone a "lucirse" en los primeros lances. Esto es, si antes no se ha lucido ya, me explico: hay toreros de los que se dice que "verles hacer el paseillo ya vale el precio de la entrada", esto es debido al halo de magia que llevan algunos maestros a cuestas como por ejemplo el gran Curro Romero, o Rafael de Paula. A mi personalmente ver a José Tomás encaminarse lentamente con ese rictus en el rostro trágico me produce una sensación de acojone que te cagas, es como si a la par que va haciendo el paseillo nos fuera diciendo al público, "hoy os vais a cagar de miedo, cabrones", es una experiencia única.






El lance fundamental del primer tercio de la lidia se realiza con el capote, y se llama Verónica. Este lance es muy complicado de llevar a cabo, según el Maestro Bienvenida uno de los mejores en llevarlo a cabo, era el más complejo de todos, tengamos en cuenta que el toro está "entero" y el secreto de una buena Verónica es conseguir que el morlaco modere la embestida, que la marca el Maestro, y llevarle sin que toque el capote hasta el final del lance, todo ello quieto con el compás un poquito abierto(piernas) y si es posible, con garbo, torería y pellizco o duende, esto ya sería caviar del bueno, quizá hoy en día si queréis ver un buen toreo de Verónica el mejor ejemplo sea el de Morante de La Puebla, este tío es capaz de poner a 10.000 personas en pie al grito de “torero, torero”, con 6 Verónicas y rematando con la media Verónica, enroscándose el toro detrás de la cadera.
Tras lancear y lucirse el Maestro con el capote, es turno de picar al toro, para ahormar su embestida, aunque aquí ya me paro, en la siguiente entrega seguiremos con el los Quites (toreo de lucidez con el capote una vez picado el toro) y con el Tercio de banderillas.

Firmado: Félix