Tauromaquia básica (2)

Una vez puesto al toro en suerte, es decir, dejarle en la distancia apropiada para que el toro vea al caballo del picador y se arranque, se le propina el primer puyazo, es conveniente que la distancia en este primer encuentro no sea muy lejana, ya que el toro al no saber que se va a encontrar en el lance no se le puede medir la bravura exactamente, una vez que el picador, en lo alto del morrilo ha picado al toro, un subalterno se lo lleva a los medios para que el Matador compruebe la embestida del morlaco. Es lo que llamamos "quites", antiguamente se denominó así simplemente porque servían para quitar al toro del caballo, he de decir que en los principios de la tauromaquia y hasta bien entrado el siglo XX, los caballos no llevaban protección de peto, con lo que eso conllevaba, había que estar rápido para quitar al toro lo antes posible y no hiriera de gravedad al equino, tristemente, algunas estampas de primeros de siglo son auténticas carnicerias, eso llevó a crear un peto grueso, que hace que el caballo no reciba las cornadas del toro, afortunadamente, desde entonces, los caballos están más protegidos que el Barça con Villar.

Quites hay muchos, por Verónicas, Delantales, Tapatías, Chicuelinas, con los pies juntos, con el compás abierto, hace décadas cuando los toros eran más pequeños que ahora y por lo tanto tenían más movilidad en cada toro competían los toreros luciéndose con el capote en los quites, hoy, tristemente, esto ya no sucede, puesto que al toro de hoy hay que cuidarle más y tratarle con más mimo del que trata Cristiano a sus uñitas, así ya es raro ver la competencia en quites. Yo asistí, hace años, a un pique entre Curro Romero, Paula y Antoñete, magistral. Cada uno a su estilo pintaron lances que ni el mismo Da Vinci los hubiera mejorado. Hoy en día destaca el amplio repertorio del El Juli, la clase de Ponce toreando por Verónicas, y por supuesto, las Chicuelinas de José Tomás, lance menor, que él lo ha elevado a la máxima expresión, pues le da todas las ventajas al toro, y justo antes del embroque, cuando la cogida es inminente, le cambia la salida a la bestia pasándoselo muy cerca de la barriga. El Matador coloca al astado para el segundo puyazo, a una distancia superior del primero, aquí el animal ya sabe lo que se va a encontrar, y demuestra la bravura que tiene dentro, si recula y se va, Guti, si por el contrario si acomente con fiereza, Puyol. También hoy ya se ha perdido en la lidia los encuentros con los picadores, en la mayoría de las plazas les dan un puyacito y basta, en Madrid, siempre Madrid, obligatoriamente tienen que ir dos veces al caballo y preferentemente hasta tres, y es aplaudido con igual o mayor fuerza el toro bravo que pelea tres veces ante el caballo ferozmente hasta que lo deriba como al Matador cuando se luce. Al fin y al cabo, cuanto mayor sea la bravura del toro más se va a valorar la posterior faena del Maestro.








El Tercio se cambia y entran en acción las banderillas, o los "avivadores", que para eso se inventaron, cuando el toro tras los puyazos se paraba en demasía, debido a la pelea con el caballo, se le avivaba con los arponcillos de las banderillas, posteriormente sirvieron también de lucimiento o bien para subalternos o para los propios matadores. El gran Joselito “El Gallo”, posiblemente fue el mejor Matador-Banderillero. Hoy en día la cosa ha empeorado, los Padilla, Fundi, Rivera Ordoñez, entretienen a los aficionados de plazas menores con correrías, virguerías, etc., pero luego a la hora de clavar el par lo hacen "a toro pasado", cuando el verdadero par bien puesto se tiene que hacer en la cara del toro, evidentemente con le riesgo que esto conlleva, hoy se alivian, engañan y la gente los jalean, son más falsos que los dobles pivotes, nos quieren colar defensas centrales manejando el fútbol, Lass, Albelda, Khedira, y traga la gente, pues en el toro igual, excepto en Madrid tragan en todos los sitios, es más, en Madrid se valora y premia al verdadero banderillero que sigue clavando jugándose la vida en la cara del toro, Montoliú, El Boni y otros muchos, de Matadores quizás Esplá y Ferreras sean de los pocos que al menos en Madrid se la han jugado en banderillas. Tras clavar tres pares o al menos dos, el presidente cambia el tercio y entramos en la último tramo de la corrida de toros y por supuesto el más importante, el Tercio de Muerte.