Sigo contando esse peaso de viaje. Hoy voy a hablar de Hakone y de Miyajima, que son dos lugares a los que no fuí uno detrás del otro, pero los junto porque ambos tienen muchas similitudes: no son ciudades (Hakone es una región, y Miyajima una isla), ambos lugares se distinguen por sus preciosos paisajes, y en ambos viví la gran experiencia de alojarme en un ryokan.
A Hakone fuimos tras dejar Tokyo. Era la única excursión que teníamos contratada (y la única que hicimos). Lo de ir a Hakone era fundamentalmente por ver de cerca el Monte Fuji. Habíamos quedado a las nueve en la puerta del hotel de Tokyo. El equipaje nos lo trasladaba el propio hotel desde allí hasta el hotel de Kyoto, que era nuestro destino tras Hakone. Pensabamos que vendría un autocar a recogernos al hotel a la hora indicada, pero no: llegó un tío, un japonés pequeñajo y enjuto, nos preguntó si éramos los que íbamos a Hakone, y cuando dijimos que si nos dijo que nos iba a llevar hasta el autocar en un taxi. Así que nos subimos al taxi con él y fuimos al autocar, que ya estaba preparado con el resto de la gente de los demás hoteles. Había varios españoles en el autocar (catalanes, la mayoría), pero a mi me da por culo ver españoles cuando estoy de vacaciones y procuro no hablar con ellos.
En el autocar, una guía japonesa nos amenizaba el viaje contandonos curiosidades de Japón, explicandonos lo que era Hakone y las cosas que íbamos a ver y hacer, y hasta contando algún chiste bastante malo. Los japoneses tienen muchas cosas que me gustan, pero desde luego la gracia no figura entre ellas.
Cuando estabamos llegando al Monte Fuji, nos dijo que no podríamos subir hasta donde estaba previsto porque la carretera era muy estrecha, era domingo, había muchos coches, y el atasco nos impediría hacer todas las cosas que tenían previsto hacer. Así que pararíamos antes a verlo desde más lejos y luego continuaríamos. Después de hacer un par de paradas absurdas para tomar algo, llegamos al sitio desde donde se podía ver mas o menos bien el Monte Fuji, la montaña perfecta.
De ahí nos fuimos a comer a un restaurante (la comída estaba incluída en la excursión). Las mesas eran de cuatro y nos temíamos que nos pondrían junto a otra pareja de españoles, con los que no tendríamos más remedio que hablar. Afortunadamente, nos colocaron junto a un tío que iba solo y que tenía pinta de hindú, que no hablaba ni gota de español, con lo que no tuvimos que hablar con él más que para decir hola al sentarnos y adiós al irnos. La comida era bastante floja comparada con lo que estabamos acostumbrados a comer en Tokyo, pero al venir incluída en el precio ya mas o menos te lo esperas.
Después de comer nos llevaron al lago que hay al lado del Monte Fuji, un lago precioso que íbamos a recorrer en un barco. Nos esperábamos el típico ferry cuadriculado y funcional, pero el barco resultó ser bonito. Y el viaje por el lago, encantador.
Cuando acabó el viaje nos llevaron a una montaña cercana al Fuji que se caracterizaba por ser muy volcánica y estar llena de aguas térmicas y cosas así. Nos subieron hasta allí en un teleférico, uno de los teleféricos más modernos en los que he montado. Lo de las aguas térmicas es bastante impresionante, pero a mi, que he estado en Islandia, me impresionan menos. En esta foto se ve una de las pequeñas lagunillas térmicas y el cartel que avisa de que la temperatura del agua es de 80º, que si tienes huevos que te metas, pero que sepas que quema de cojones.
En el camino este de las lagunas térmicas de repente apareció un cartel que avisaba de que a partir de ahí existía el riesgo de que te toparas con avispas gigantes asesinas. Los que me conocen bien saben que prefiero mil veces enfrentarme a un tigre antes que a una avispa. Y hablo de avispas normales, de las españolas. Pero estas avispas japonesas hijas de puta tenían el tamaño de un gorrión. Yo, obviamente, al ver el cartel me volví para atrás y me metí en el bar-tienda de souvenirs, hasta que los valientes regresaron. Vamos, me voy a jugar yo la vida por ver más charcos de esos con agua caliente, no jodas...
Después nos llevó la guia a un sitio done nos explicó que con el agua sulfatada de esas lagunas térmicas, se cocían unos huevos negros. Y que había que comerse seis para tener buena suerte. Nos dieron nuestra media docena de huevos para cada uno, pero como yo no soy Paul Newman en "La leyenda del indomable", apenas me pude comer dos. Además, no tenía ni gota de hambre, que habíamos comido hacía dos horas. Eso sí, ver los huevos con la cáscara negra era bastante curioso.
Después de eso, volvimos a tomar el teleférico y regresamos al autocar. En teoría, la excursión había terminado, así que la gente tenía que subirse al autocar para regresar a Tokyo. Pero nosotros no volvíamos a Tokyo. Con la excursión teníamos contratado un taxi que nos llevara desde allí hasta el Ryokan donde nos alojaríamos ese dia, y otro taxi a la mañana siguiente que nos llevara desde el Ryokan hasta la estación de tren de Odawara, desde donde tomaríamos el tren bala para ir hasta Kyoto. Así que la guía nos llevó hasta el taxi, le dijo al taxista en japonés donde debía llevarnos y allí nos fuimos, al Ryokan Iwaso. Una puta maravilla de sitio, un hotel típico japonés en medio de la montaña, en un entorno verdaderamente precioso.
Un Ryokan es un hotel de estilo tradicional japonés, no tiene nada que ver con un hotel de los que estamos habituados a usar en Occidente. Cuando llegamos, salieron dos señores vestidos de japoneses a recibirnos con múltiples reverencias y nos dijeron que para entrar al Ryokan debíamos descalzarnos y ponernos unas chanclas que ellos nos tenían preparadas. Así que nos descalzamos (ellos se llevaron nuestro calzado y lo guardaron hasta el día siguiente que nos íbamos) y nos pusimos aquellas chanclas. Después hicimos el check-in, y uno de los que nos recibió nos acompañó a enseñarnos el Ryokan y nuestra habitación. Una de las características de los Ryokan es que tienen Onsen. Un Onsen es un baño tradicional japonés, baños térmicos naturales, con el agua entre 37 y 40 grados. Este Ryokan tenía onsen internos y externos. O sea, había baños en el interior del hotel y también los había al aire libre. Los baños están separados por sexos, los hombres tienen sus baños y las mujeres los suyos.
El uso del Onsen es así: Tienes que ir vestido con el yukata (una especie de kimono de andar por casa) sin nada debajo y una toallita pequeña. Antes de entrar al Onsen tienes que pasar al vestuario para quitarte el yukata y las chanclas. Entonces, completamente en pelotas, entras al Onsen propiamente dicho, que es un lugar con una o dos especies de piscina pequeña, y unas duchas. Antes de entrar al baño debes ducharte muy bien y ya entras al baño. Cuando yo llegué, el Onsen interno estaba vacío, y en el externo había dos tíos hablando. Uno era japonés y el otro parecía inglés o americano. A mí me gustaba mas el externo, porque estaba en un jardín precioso y dentro hacía más calor, pero me daba corte meterme en el baño con ellos, así que me metí en el interno que estaba vacío. La verdad es que es muy relajante estar dentro del onsen con el agua caliente (que no se enfría nunca, porque es su temperatura natural). A los pocos minutos, el japonés del otro baño se fué, y poco después salió también el inglés. Cuando el inglés pasó al lado de mi Onsen me dijo que era mejor que me fuese al otro baño, que se estaba mucho mejor en el de fuera que en éste. Así que allí me fuí aprovechando que ya estaba vacío. El Onsen externo era todavía mejor, porque el agua estaba igual de caliente pero al estar al aire libre era mucho más relajante. La temperatura fuera del agua era más baja que en el interno con lo que daba más gustito estar dentro del agua, además el paisaje era increíble, y oías cantar a los pájaros. Había una paz de la hostia, daban ganas de quedarse allí para siempre...
Las habitaciones de los Ryokanes son muy austeras, no hay casi muebles. Al entrar en la habitación te tienes que descalzar incluso de las chanclas. Nada más entrar, aparte de descalzarte, te obligan a quitarte la ropa y ponerte un yukata. A partir de entonces, toda tu estancia en el Ryokan es así: con el yukata puesto y las chanclas si estás fuera de la habitación, o sin ellas dentro.
El suelo es de tatami y los pocos muebles que hay son bajos, las sillas sin patas, las mesas bajas... ésta era nuestra habitación:
Normalmente en los Ryokanes los baños son compartidos por sexos, pero en este, además de los onsen que ya he reseñado, teníamos nuestro propio onsen privado dentro de la habitación. Una auténtica gozada. Hombre, era mucho más pequeño que los otros, pero daba igual.
A las ocho nos trajeron la cena. Una especie de geisha entraba dando voces agudas en la habitación, andando de rodillas arrastrando unos cajones que tenían dentro la comida. Empezó a sacar cosas y ponerlas en la mesa. Un montón de platitos pequeños con chorraditas de comida dentro. Carne, pescado, verduritas, y muchas cosas inidentificables. La tía hablaba todo el tiempo en japonés explicándonos qué había en cada plato y para qué era cada salsa que nos ponía. Afortunadamente, no entendíamos nada. Y digo afortunadamente porque gracias a ello nos lo comimos todo. Porque estaba bueno, pero seguro que si sabemos lo que es, más de una cosa no la habríamos probado. Aquí me hice la foto pensando que esta era toda la cena. Pero luego resulta que esto solo era la primera parte, luego vino la tía con otro montón de platos. Terminamos hasta el culo de comer.
Una de las cosas que más molaba era que la carne te la ponían cruda cortada en trozos pequeñitos. Te ponían una especie de platos con lumbre debajo y tu te hacías ahí la carne y las verduritas a tu gusto. Estaba delicioso, de verdad, ahora lo recuerdo y se me hace la boca agua. Buenísimo.
Cuando nos recogieron la mesa después de cenar, nos dejaron una botella de sake. Lógicamente, nos la pimplamos antes de acostarnos. La tía nos preguntó si a la mañana siguiente queríamos desayuno japonés o preferíamos occidental. Como me temía que el desayuno japonés sería de nuevo pescado, sopa de miso, verduras y demás, pedimos desayuno occidental. Y fué un gran acierto, como se puede ver:
Pasamos a Miyajima. Se trata de una isla que está muy cerca de Hiroshima. En ferry hay unos veinte minutos entre un sitio y otro. Es una isla cojonuda, muy verde, con una montaña a la que se accede en teleférico, con monos sueltos por ahí, con ciervos también libres, y lo único menos bueno que tiene es que es una isla bastante turística, lo que le resta cierta autenticidad. Pero la gente es encantadora, aunque la verdad es que esto se puede aplicar a todo Japón.
Hay dos cosas importantes que ver en Miyajima. Una es el templo:
Y sobre todo, la más bonita, el torii flotante. Los torii son muy habituales en Japón, son de carácter religioso (no se si budista o taoista), y el más famoso de todo Japón es éste de Miyajima. Cuando la marea está baja, no hay agua bajo él, cuando está alta, en cambio, parece que flotara en el agua.
El Ryokan de Miyajima era muy parecido al de Hakone aunque no tan lujoso. Este no tenía onsen dentro de la habitación, pero por lo demás había poca diferencia. La cena era igualmente deliciosa.
Este domingo quedamos otra vez. A ver si os apuntais, que ya es el último dia de Agosto y al día siguiente se empieza a trabajar. Cuarenta dias de vacaciones se pasan volando, que puta vida esta oye...
Nos vemos (el domingo, los que querais), y nos leemos (el resto).
4 comentarios:
Me tiraría comiendo comida japonesa toda la vida, lo que he comido aquí me ha gustado casi todo, espectacular, te pones hasta el culo y no tienes sensación de ir lleno.
No tienes huevos a venir en kimono el domingo...jajajaj
Vaya bajada de pantalones de Aguirre con el tema Maniche. La verdad es que el Atlético con Maxi, Simao, Forlán y Kun, tiene nivelazo Champions.
Saludos
salud y republica
villa,cazorla,robiño,kaka,cr7...
todos desde pequeñitos del real madrid,aunque lo disimulan muy bien
sabemos muy bien que todos los jugadores del mundo mundial se mueren por jugar en el real madrid,
y apoder ser gratis...
es verdad que hay madriditis ,pero
ultimamente veo algunos madridistas muy pendientes del atletico,que no se meten en champions ni de coña,que el kun,kun,kun,kun,kun,les va a durar dos dias,que no passan de la primera fase ni soñando....
siento no poder acompañaros en el cañeo dominical,me toca currar
recomiendo que pincheis en youtube
la palabra coltan y vereis las atrocidades que se estan cometiendo para comercializar con este material,acojonante...
Última llamada:
Hoy a partir de las 13:00 h. en el bar que hay enfrente del Zoilo, al lado de la primera parada del autobús, lo que en mis tiempos mozos se conocía como "El bar de los maricas".
Madridista el que no venga.
kun,kun,kun,kun,kun,kun...
Publicar un comentario