Burgohondo, mon amour

Mi primer recuerdo sobre Burgohondo no fue nada bueno. Yo, allá por el año 1977, pasaba los meses de verano en un pueblecito de Cuenca: Villalba del Rey, desde los 7 años aproximadamente, es decir, hacía ya mi quinto verano por tierras conquenses.
Lógicamente ya tenía numerosos amigos y alguna que otra amiga, concretamente una, Rosi, 14 años, yo con 13, mis primeros acercamientos al sexo débil, bueno débil, exactamente no, Rosi me sacaba la cabeza y acostumbrada a trabajar en el campo tenía unos brazos como las piernas de Chechu, para haceros una idea. El caso es que Rosi se dejaba. Todos sabemos que significaba eso. Pues el verano que ya se aproximaba iba a significar, eso esperaba yo, que Rosi iba a pasar al siguiente nivel, ya habíamos quemado el nivel 1(besitos), el nivel 2 (pajitas), y ahora íbamos a por el nivel 3, el definitivo (a follar).

Un día cualquiera en casa, mi padre anuncia que va a ir el fin de semana a un pueblo de Ávila, junto con un compañero de trabajo, natural de dicho pueblo, el nombre a mí me sonaba a chino, Burgohondo, pero bueno en mi inocencia pensaba que esto conmigo no iba. A la vuelta del fín de semana, ya teníamos un terreno en dicho pueblo.

Pasaron los meses y al terminar el curso, cuando ya me disponía a preparar el verano en Cuenca, lo inesperado, nos íbamos a Burgohondo. Dios, que impotencia, a tomar por culo los partidos en el pueblo contra los de la calle de arriba, a tomar por culo las verbenas nocturnas, la caza de pajarillos, los cangrejos, y sobre todo a tomar por culo el Nivel 3.

Ése primer verano en Burgohondo fue traumático, compartiendo casa con gente que no conocía de nada, hasta que construímos la mía, trabajando como un cabrón con mi padre, en fín todo lo que no se espera de un verano.

Al final del verano, a fuerza de echar viajes a por agua al río, hicimos un grupete de amigos, todos de Madrid, y el último fín de semana los padres organizaron un fiesta, y fue lo único bueno de todo el verano, vaya veranito, yo subiendo agua, arena, cemento, y 300 Kilómetros más al Este, la Rosi follando como una puta.





Era la despedida del verano, el último día cuando, como siempre en mi vida, el fútbol iba a resultar crucial, el dueño del Restaurante Romogusma, se comprometió a hacer un equipo entre los veraneantes del río, para jugar contra los del pueblo, en el Trofeo Melocotón (el mejor de España, el de Burgohondo). Rápidamente, el sábado por la noche cuando me entero, bajo al bar y me apunto a una lista, 25 nombres, me desespero, pienso que no me van a llamar, lacita el domingo a las 9 en el Bar, a las 8,15 yo era el primero, van llegando todos, subimos en dos furgonetas y en los coches de los padres, y “Ar fúrgol”.

Como no había entrenador, deciden hacer dos equipos, yo juego en el segundo, con mis compis de curro. Ganamos 4-8, mi compi Sebas, hace 5 golitos, casi todos a pases míos, iba a nacer una sociedad que, aún perdura, el siguiente verano prometía, fútbol, río,fiestas y lo mejor de todo, la prima de Sebas, Azucena,a tomar por culo la Rosi, pero esa ya es otra historia.






Lo que parecía iba a ser el principio del fín de los veranos divertidos, no iba a ser sino el comienzo de una historia de amor entre Burgohondo y yo. Algunos habeís estado por allí, espero que algún día nos volvamos a ver por el Romogusma, el chiringuito, la playita, la fuente, la disco, el campo de futbito, etc.

Os espero.



Firmado: Félix