martes, 15 de abril de 2008

Grandes relatos: AUTOPISTAS

Por si alguien no lo sabía, tenemos un brillante juntador de letras entre nosotros. Enrique Gamarra, en la víspera de que su equipo juegue la Final de la Porquenotecallas Cup, nos deleita con uno de sus relatos, que resultó semifinalista de un certamen literario y que estuvo a punto de proporcionarle unas ganancias económicas que ríete tu de nuestras apuestas seguras. El valencianista del local ejecuta una narración con su peculiar estilo literario, minimalista, directo y conciso, sin recurrir a adornos literarios, sin utilizar vocablos recargados ni ornamentos del lenguaje (como estoy haciendo yo ahora), sino dando preferencia al concepto sobre la forma, a lo esencial sobre lo superfluo, con un ritmo rápido pero sin atropellarse, manteniendo siempre el interés del lector, en un relato que hará las delicias de todos, especialmente de los fans del cine de David Lynch. A disfrutar del placer de leer:



AUTOPISTAS



Conducir tanto tiempo requiere un descanso. Son ya muchos kilómetros. Resulta difícil mantener los cinco sentidos en la carretera. Además es peor cuando el camino es conocido y el paisaje se convierte en rutinario. Nada sorprende. Todo lleva a la relajación. Si no fuese por las paradas obligatorias en Zaragoza y Lleida haría el viaje en avión. Pero hay que atender a todos los clientes. Nunca sabes dónde ni cuándo aparecerá una venta interesante. Además las provincias cada vez lo son menos. Al contrario. Las grandes capitales son las que cada vez me parecen más provincianas. Peor. Más tercermundistas.

Montblanc. Área de Servicio. Descanso. Las ocho y media. A las diez en Barcelona. Más o menos. El atasco a esa hora será de salida. No de entrada. Como siempre.

La pizza carbonara congelada de todos los martes. La cerveza sin alcohol. Tercio. Mediana lo llaman aquí. El eructo disimulado después del primer trago.

Hay mucha gente hoy en este bar. Liga de Campeones. Casi todos los camioneros son del Barcelona menos los dos rubios grandes del fondo. Esos van con los alemanes. Seguro.

Dos pantallas grandes. En una el fútbol. En la otra, videos musicales que nadie escucha ni mira. El café solo, claro.

Antes de ponerme en marcha de nuevo voy al servicio. Más por prevención que por necesidad. Está vacío. Todos los urinarios de pared en línea con un espejo por encima. Mientras me alivio veo reflejada en el espejo mi espalda que se refleja a su vez en el que hay en el lado opuesto sobre los lavabos. Todo se multiplica hasta el infinito con los espejos enfrentados aunque cada vez la imagen es más pequeña. No sé por qué. No tendría que ser así. Suena mi cremallera al subir mientras pienso en ese misterio. Pulsando dos veces el dosificador extraigo jabón líquido. En estos sitios siempre hay. Y agua caliente. Por eso me gusta parar aquí. Me agrada pensar que alguien desconocido ha tenido en cuenta mis necesidades y se preocupa por ellas.

Mientras froto las manos bajo el agua veo un papel cuadriculado junto al lavabo. No lo había visto antes. Es pequeño pero debería haberme dado cuenta mientras orinaba y dominaba todo el baño por el juego de los espejos. Pone algo. Me agacho para leerlo y no tener que tocarlo con las manos mojadas.Juan. Dos puntos. Me debes una explicación. No sé por qué me abandonaste. Tengo que verte.

Me acerco hacia el secador de manos sin perder de vista el papel. El zumbido de aire caliente no me saca del asombro. Gol del Barsa. Lo imagino por el ruido. Superior al del secador. Froto mis manos para acelerar el proceso porque quiero coger el papel antes de que otra persona entre y lo vea.

La autovía ya de noche me parece menos aburrida. Parece un video juego fácil. Con una sola vida, eso sí. La hoja de papel cuadriculado con los restos dentados de haber sido arrancado de una libreta pequeña viaja a mi lado. En la radio siguen con el partido. Bajo el volumen. Como si el ruido excesivo me impidiese oír mis propios pensamientos. Hace un rato que empataron los alemanes.

Pienso en la posibilidad de que esta nota no estuviese dirigida a mí. Que fuese para otro Juan. Otro Juan que también hubiese decidido desaparecer de la vida de una mujer. No es posible. No puede ser para otro. Ella sabe que yo iba a pasar por ahí tarde o temprano. Supongo.
Un conejo. Casi lo atropello.

Lo extraño es que la nota haya estado hoy ahí. Esperándome. Como si ella me hubiese seguido este martes. Da igual. El caso es que quiere verme. Dice. Tengo que poner en orden mis ideas.
Otro gol de los alemanes. Me imagino a los dos rubios saltando en la barra del bar.

Bien. Acepto que la nota es para mí. No sé cómo llegó hasta ahí. Es lo de menos. Debo decidir: tiro la nota por la ventanilla y me olvido de todo, o accedo a su deseo de vernos de nuevo. Reconozco cierta curiosidad por sus sentimientos actuales hacia mí. Me gustaría saber si me echa mucho de menos. Pero no. No me llevará a ningún lado ese asunto. Ya está decidido.

Final de la primera parte. Apago la radio un rato. Se me está haciendo más largo esta vez. Barcelona cuarenta, todavía. Aprovecho la recta interminable para echar un vistazo de nuevo al papel. Lo apoyo en el arco del volante. Si accediese a verla no sé si podría explicarle la razón de mi silencio. No me atrevería. Ya me pasó con las otras.

Aproximarse a una gran ciudad en una noche como esta es reconfortante. Primero los carteles
publicitarios. Luego zonas industriales. Más tarde los primeros edificios con sus ventanas iluminadas que parecen ojos atentos. Los túneles, como toboganes vacíos. Con la ventanilla abierta llego al centro rápidamente y siento una especie de saludo cálido incluso de los semáforos, que adecuan el verde a mi paso. El Barça empata casi al final. Andrés Iniesta. La vuelta en el Camp Nou. Seguro que pasan.

Dejo el coche en el parking del hotel. El de siempre. Cercano a la Plaza de Cataluña. No conozco a la chica que me atiende en recepción. También es rubia. Por la edad podría ser ella. El peinado es diferente. Más corto. Subo andando los tres pisos hasta la trescientos catorce. Después de tanto tiempo sentado en el coche me viene bien un poco de ejercicio para las piernas.

El olor a limpio al abrir la puerta con la llave magnética me gusta y sin embargo abro la ventana, por inercia, para que se ventile. Me gusta la tres uno cuatro. Se ve el mar. Poco, pero se ve. Me siento en la cama. Cansado. Chocolate en la mesilla. Siempre me lo como. No desprecio ningún signo de bienvenida. Pero lo haré después de la ducha. Como siempre.

No me gusta prolongar el ruido del baño a estas horas. Podría molestar a alguien en habitaciones contiguas. Salgo secándome la cabeza con la toalla para ver el resumen del partido. El Barcelona ha perdonado mucho. Podría haber ganado. Coincide conmigo el comentario en catalán del locutor. No lo hablo bien pero ya lo entiendo casi todo. Me giro para buscar el pijama en mi maleta y la veo ahí. Otra nota manuscrita. Junto a la chocolatina.

Juan. Dos puntos. Sigo esperando. Puntos suspensivos. Sólo ha puesto dos.

Empiezo a sentirme molesto. Inquieto. Va a ser complicado. Esta es de las que no se dan por satisfechas con un prolongado y significativo silencio. Le doy vueltas al asunto paseando por la habitación sin la parte superior del pijama. El catalán de la publicidad de fondo. Comparo por un momento las dos notas. El mismo trazo negro y grueso en mayúsculas para hacerse entender. Muy propio de ella. Son casi iguales. Sólo cambia el texto. Es la única e inútil conclusión a la que soy capaz de llegar porque el cansancio no me deja pensar con claridad. Mañana. Sí. Mañana lo veré todo de otra forma. Seguro. Me convenzo de ello y me dejo rindo al sueño después de programar el televisor para que se apague solo dentro de treinta minutos. Como siempre.

Me felicitarán en Madrid. Es lo único reconfortante de este viaje de regreso. Cuatro operaciones ultimadas. Incluso alguna en la que no tenía muchas esperanzas. Todo lo demás lo convierte en un trayecto de desasosiego. Puede que sea debido a que a cada segundo me alejo más del mar, o por la eternidad de kilómetros que aún tengo por delante, o por la tercera nota que encontré en el parabrisas del coche esta mañana.

Juan. Dos puntos. Sé que no eres como los demás. Y tú sabes que yo tampoco soy como las otras. Lo estás comprobando.

Justo cuando las cuestiones laborares me habían hecho olvidarme del tema, apareció de nuevo ella. Pero no lo voy a demorar más. En cuanto llegue lo resuelvo de una vez por todas. Es halagador sentirse deseado pero hay situaciones que no deben prolongarse y hay que ser lo suficientemente maduro para darse cuenta de ello. Todo tiene un final. Radar en este tramo. Por mi seguridad. Pone.

Tres horas de viaje. Estación de servicio a quinientos metros. Aunque no me apetece tengo que parar a llenar el depósito de combustible y a vaciar el mío. Lo haré rápido porque no quiero dar opción a más sorpresas.

El dispensador de gasoil no estaba libre. Se me ha hecho eterna la espera hasta que el camión ha repostado. No hace frío pero el viento inesperado que me sorprende al salir del coche es molesto. Lleno por favor. Voy a pagar con tarjeta. Con la de la empresa. Como siempre.
Salgo del establecimiento con la copia del resguardo y la factura. La doblo y la meto en el bolsillo de la chaqueta. Me paro frente al coche porque noto otro papel dentro del bolsillo. Lo saco. Otra más.

Juan. Dos puntos. No vas a poder deshacerte de mí tan fácilmente.

Las entradas a Madrid a última hora de la tarde están tan atascadas como las salidas. Las obras, los centros comerciales. Todo influye. Menos mal que para llegar a la empresa ya no tengo que atravesar el centro. Utilizo una circunvalación y en cinco minutos estoy allí.

Las seis menos diez. Todavía no se han ido el resto de los empleados. Eso pretendía. Llegar a tiempo para terminar de una vez con esto. Subo a mi despacho casi sin saludar a la chica de recepción. Por las escaleras otra vez. No me queda paciencia para esperar el ascensor.

Olga se levanta al verme llegar. Me aborda con una montaña de papeles que no tengo intención de atender hasta mañana y comienza a recitarme todas las llamadas importantes que he recibido estos días. Sin querer mirarla, entro solo a mi oficina. Giro las lamas de las persianas para quedar fuera del alcance de los ojos de nadie. Saco de mi cartera un rotulador negro de punta ancha y una libreta de alambre en espiral a la que faltan cuatro de sus hojas cuadriculadas. Dejo pasar unos minutos en silencio.

Al fin me decido. Voy hacia Olga. Para que no se me note, traslado el temblor de mi mano a mi corazón. Le regalo la libreta y el rotulador negro. Me da las gracias sin ponerse en pie y me mira extrañada porque es la tercera libreta idéntica que le regalo este mes.
Olga, está usted despedida. Y punto final.


Firmado: Quique.

9 comentarios:

Barachet dijo...

Muy bueno el relato, te va enganchando, es inquietante. Se podría hacer un corto.
Has escrito más Quique?....

Buena idea la del almorta, lo de las apuestas de la eurocopa, darle forma en un post y ahí las volcamos.

fernando dijo...

Savia que en este blog habia gente con pluma (vease Manolo exjuvenil).
Me ha gustado mucho tu relato, no se si presentarlo a otro concurso firmado por mi.
A ver si soy capaz de enviar esto.
Un saludo a todos.

Cesar dijo...

Buenos días.

Lo de este hombre se veía venir. Los que le conocemos hace algunas décadas sabemos de la valía de ciudadano en cuestión. No solo esta perfectamente escrito, si no que refleja la pura realidad del momento. Si a mi padre de llegan a decir hace unos años que una tía (y preñada) iba a poner firme a más de un miembro con galones del ejercito se habría descojonada, pero las cosas ya no son como antes.
Después de este despliegue cultural se esta poniendo difícil poder decir cualquier cosa en este foro, pero creo que de esta manera enriquecemos nuestro léxico. Me parece que con esta medida ni Manolito, ni el pesca, ni Vieira, ni Roberto, por poner algunos ejemplos (que coincidencias todos blanquitos, lo que es la cultura) tendrán mucho que decir, eso si continuaran diciendo jilipolleces que si Raul selección, o que si mira las copas de Europa, que si Pedrosa campeón o meras tonterías.
Espero que os llegasen bien los correos didácticos que mande, son parecidos a los que nos manda Felipe. Os pongo aquí mi dirección por si queréis decirme o mandarme algo cesar.basulto@dhl.com .
Me despido de vosotros hasta después de comer.

Lolowsky dijo...

"El fútbol le debe un título al Getafe". ¿Pero qué cojones es esto? Empiezo a estar hasta la polla del Getafe, les estoy cogiendo asco por culpa de la prensa. Tener que aguantar las tonterías que leí y escuché contra el Bayern tiene un pase por el tema es-un-equipo-español sumado a es-un-equipo-modesto; pero ahora que juega contra el Valencia, que también es español y, si no es modesto, lo parece, viendo la clasificación liguera, ya clama al cielo.
"Toda España es azulona". Y una mierda. Como gane el Getafe va a dar asco leer la prensa mañana.
Desde aquí me posiciono a favor del Valencia, más que nada para ir en contra de la tontería y la manipulación informativa.
Amunt!

Quique dijo...

Hola.

La última vez que estuve en una final de copa con el Valencia CF, fui con Alberto (mi sobrino). Tuvimos que colocarnos en la zona del Depor porque no hubo manera de conseguir entradas en la nuestra. Llevé cámara de fotos. Llovío tanto que se suspendió y hubo que volver a las 48 horas. Volvímos los dos, con la cámara, y perdimos.

Alberto y yo ya tenemos las entradas para esta noche, de la zona del Getafe, y la cámara en el bolsillo. Que nos nos pase ná.

Lolo, se agradece el apoyo.

Lolowsky dijo...

Ultima hora:

A instancias de Carlos, que parece ser que ha tenido un sueño premonitorio, he hecho una apuesta para el partido de esta noche, que es la siguiente:

- El primer gol del partido lo marca Manu del Moral.- 10 € (posible ganancia: 90 €)

Ahora verás como ni juega...

manolo ex-juvenil dijo...

buenas y solo felicitar a quique,espero que lo hayas disfrutado al màximo ¡enhorabuena !


cesar a ti no sè cuàndo te felicitarè por algo ,supongo que cuàndo seas abuelo jejejejejejejejeje,un abrazo

Barachet dijo...

El Getafe si ve que tal que fiche más porteros argentinos, vaya ruina, el otro día y ayer, cómo si no hubiese porteros en España. En los tres goles falla.
Quebien juega Contra!!!
Felicidades a Quique, aunque espero que Villa se pire a la Premier, al fútbol verdadero, el Tottenham sería un buen destino.

Quique dijo...

Hola.

Gracias.

La de ayer fue una noche inolvidable, histórica. El ambiente impresionante, el clima ideal, la expectación máxima... y allí apareció él: Rodolfo Chikilicuatre y sus dos gogós.

Perrea, perrea.