Homenaje: ROMARIO

En estos dias se ha producido la enésima retirada del fútbol de Romario de Souza Faría. Y tengo que escribir sobre él y hacerle un homenaje porque pocos jugadores me han sentado delante del televisor con la ilusión que lo hacía cuando Romario jugaba en el Barcelona. Siempre lo he dicho: ser del Madrid te asegura ganar títulos, pero ser del Barça te asegura ver con tu camiseta a los mejores futbolistas del Mundo (Zidane es la excepción que confirma la regla). En el verano del 93 el Barcelona fichó a Romario. Era un fichaje que a mi, en principio, me creaba dudas. El Barcelona había ganado tres ligas consecutivas jugando sin delantero centro específico y con tres extranjeros insuperables: Koeman, Laudrup y Stoichkov. La venida de Romario significaba sacrificar un extranjero en cada partido y tal vez enrarecer una plantilla que funcionaba como un reloj, que ganaba títulos y que jugaba como los ángeles. A Romario apenas le conocía. Le había visto en algún partido de la Olimpiada de Seul y en un partido PSV-Madrid de Copa de Europa en el que marcó un gol. Me pareció bueno, pero no me impresionó. Que error... Llegó a Barcelona y dijo que marcaría 30 goles en liga. Y lo hizo.

En la pretemporada ya hizo unos partidazos acojonantes, pero claro, era pretemporada. En el primer partido de liga el Barcelona le ganó 3-0 a la Real y Romario marcó los tres goles, el primero precioso y cada uno más bonito que el anterior. Marcó los 30 goles que prometió, ni uno más ni uno menos. El era así, austero pero cumplidor, sin excesos. Si podía correr 10 metros mejor que 20. Jamás hizo una carrera para buscar el aplauso fácil de la grada (hola, Raúl!). Cada esfuerzo era rentabilizado. Igual que su promesa, dijo que treinta y no le sobró ninguno. Ese año el Barcelona ganó la liga con el Barcelona, ganó el Pichichi, llegó a la final de la Champions y ganó el Mundial con Brasil. Pero por encima de todos esos logros tangibles, nos regaló una temporada inolvidable de goles y jugadas que quedarán para siempre grabadas en nuestro cerebro. De los treinta goles, al menos la mitad fueron obras de arte.

Recuerdo que ese primer partido de liga no lo televisaron. De aquella, los domingos solo daban un partido por el plus. Aquella tarde yo veía el partido del Plus con Félix en el Yiros. No recuerdo el partido que daban, pero cuando había goles salían sobreimpresionados en la pantalla. Barcelona 1, R. Sociedad 0 (Romario). Hostias. Barcelona 2, R. Sociedad 0 (Romario). Joder con el Romario, va a ser bueno. Barcelona 3, R. Sociedad 0 (Romario). En ese momento, Félix dijo una frase que resultó, sin duda, premonitoria "Ya veremos lo bueno que es cuando se enfrente con Alkorta". Pues si, lo vimos.

De su declive a partir del Mundial, de lo que pudo haber sido si se hubiera cuidado, de todas esas

cosas no voy a hablar, porque me da lo mismo. A los futbolistas normales hay que juzgarles por su trayectoria global, pero a los genios hay que juzgarles por lo que han sido capaces de crear. Me da lo mismo lo que hiciera después, aquella temporada hizo más, y con más clase, que nadie. El Romario del 94 estaría sin duda en mi equipo ideal de todos los tiempos.

Hay una buena anécdota, aquí la cuento para quien no la conozca:

Parece ser que Romario estaba en el túnel de vestuarios del Camp Nou en la tarde de su estreno oficial con el Barcelona, en el partido ante la Real. Zubizarreta, el portero al que Romario llamaba de usted, siempre atento y protector, le buscó y le encontró. Romario estaba el último en la fila. Se acercó el veterano al debutante para hablarle de Alberto, el guardameta rival: "Va bien en el uno contra uno. Le gusta salir. Es así y asá", le explicó tratando de prevenirle. Romario, gordito, menudo, levantó su cara morena, le miró con sus ojos inyectados en sangre y le preguntó desafiante: "¿Me va a enseñar usted a meter goles?". Aquella tarde metió tres. En aquella Liga, 30, los que prometió al llegar.

Johan Cruyff se trajo a Romario del PSV Eindhoven. Allí jugó cuatro años y fué tan famoso por sus escapadas nocturnas y sus retrasos como por su facilidad realizadora. Fué máximo goleador en 1989 pero cada dia era menos feliz y su rendimiento bajó. Pensó en abandonar el fútbol, pero apareció Cruyff y todo cambió.

En fin, mejor que yo, que hablen de él los que le conocieron de cerca:

- Beguiristain: "En la pretemporada en Holanda descubrimos que era un tipo especial. Apenas hablaba, se reía bastante, pero era bueno, muy bueno. Jugamos en el Olímpico de Amsterdam contra el Ajax de Van Gaal. Ganamos por 4-2. Romario metió dos tantos. Nos dejó alucinados"

- Bakero: "Era genial, diferente de cualquiera. Romario se movía por instinto dentro y fuera del campo. Alguna vez le ví llegar al vestuario antes de algún partido diciendo: "Tranquilos, hoy meto dos goles'. "Y los metía. Y te sentías muy poca cosa porque tú, por mucho que quisieras, eras incapaz de convertir en realidad tu voluntad como hacía él."

- Eusebio: "En el juego, no dudaba. Cuando se perfilaba, sabía qué iba a hacer y cómo hacerlo. Y en la vida, igual. Era muy directo. Hablaba poco y muy claro siempre".

- Goikoechea: "No se me olvida un partido en Valladolid. Aquel día, Romario, que solía ser el último en bajar a desayunar y el primero en irse, fue el primero en aparecer en la puerta del comedor. Un empleado del club, sorprendido, le preguntó qué pasaba. "Llueve. ¿Dónde está Cruyff?". Sí, efectivamente, llovía. A mares. Se lo reconoció el empleado, que no entendía nada. Romario se explicó. "Pues que Cruyff pensará que, como soy de Río de Janeiro, no sé jugar con lluvia. Y en Brasil también llueve. He de hablar con él antes de que haga el equipo". Aquel día, Romario tenía ganas de jugar y no se hubiera perdido por nada del mundo aquella cita. Sobre un barrizal dio una exhibición. Ganó el Barça, que jugó con diez por expulsión de Zubi desde el minuto 17. A Romario le hicieron la falta y el penalti que transformó Koeman. El tercero lo firmó el baixinho. Un golazo. La gente recuerda el día del Madrid, el partido contra el Atlético... Yo no he olvidado aquél".

- Juanma López: "Era desesperante, te hacía creer que no estaba, que no era su día, que el partido no iba con él. Y en un segundo se presentaba con el balón y la liaba".

- Solozábal: "Estoy seguro de que su cabeza le daba vueltas a todo, que iba a mil, pero parecía todo lo contrario. Casi siempre estaba parado, relajado. Eso no te facilitaba estar en tensión. He visto decenas de jugadas en las que ninguno de sus oponentes cometía un error y la jugada terminaba en gol".

- Rexach: "Tiene un don. ¿Sabe lo difícil que es meter goles? Pues él lleva mil. Y tiene mérito porque, si no te gusta jugar al fútbol, a los 41 años estás en tu casa. Otros necesitan una plaza de toros para encontrar el camino del gol. Él, medio metro. Y además, lo hace bonito. Futbolísticamente, Romario es de lo más grande que he visto. Pocos han conjugado así la velocidad mental con la de ejecución.

- Chema Corbella (encargado del material del Barcelona): "Yo creo que por eso me pedía pantalones tan grandes. Para esconder las piernas y no enseñar a los rivales cuándo se ponía en funcionamiento."

- Milla: "Era un gran definidor. Lo hacía todo muy rápido y utilizaba todas las partes del pie para rematar. Me sorprendían sus remates de puntera, que eran muy precisos. Los sacaba cuando el defensa se le venía encima. Y los porteros no se lo esperaban porque están acostumbrados al disparo con el empeine. Coincidí con él tres meses, muy convulsos porque tuvo una discusión tremenda con Ranieri. Éste le echó en cara en el vestuario de Paterna su vida nocturna, sus salidas. Y le amenazó con no ir más a la selección. Romario tenía mucho carácter y replicó a Ranieri que él no era nadie para decir si iba o no".

- Moya: "Tenía un cambio de ritmo de cuatro o cinco metros que te dejaba clavado. Yo, como escudero suyo, tenía que correr más y estar atento a los pases que daba. Tenía fantasía en cada balón a pesar de que aquí no estuvo tan pletórico como en el Barça. Y, como no se dejaba la piel en los entrenamientos, chocó con Aragonés. Era tímido y no se prodigaba en el vestuario, pero a mí me regaló una pulsera que me trajo de Brasil. Ha demostrado que ama el fútbol por encima de todo y, con 42 años, conserva la ilusión y la vitalidad que otros no hemos podido mantener".

- Fernando (ex-capitán del Valencia): "Aragonés me llamó a un aparte y me pidió que le pasara a Romario siempre que pudiera. El problema es que él necesitaba jugar cerca del área, con mucho dominio de su equipo y eso aquí en el Valencia no lo tenía".

- Españeta (Utillero del Valencia): "Todos los días me pedía un café solo, sin azúcar. Se lo tenía listo donde se cambiaba. Se lo bebía y salía a entrenarse, lo que menos le gustaba. Solía llegar tarde y Aragonés se enfadaba. Le gustaba salir por las noches a divertirse".

Para concluir, se retira un Dios de la pelota. Aquí, un fan eterno.

Esta noche haré un comentario para poner las apuestas del fin de semana.